1 feb 2018

UN PALACIO EN HORTALEZA V. Las Monjas.


Condesa Delphine  de Casamajor.
 Una de las fundadoras del noviciado de Hortaleza.

En 1880 la congregación francesa de la Sagrada Familia de Burdeos compró, a través de su sociedad comercial Viuda Clavier y Cía, el Palacio de Buenavista de Hortaleza, para fundar en él su noviciado general de España. Inmediatamente comenzaron las obras para adaptar la propiedad a su nueva función, sacando a pública subasta las 23 estatuas de mármol de Carrara y de temática pagana que adornaban los jardines, sustituyendo a los dioses mitológicos por imágenes religiosas cristianas, colocadas en:  fuentes, capillas, y hornacinas.

Ante la afluencia cada día más numerosa de postulantas, se vieron en la necesidad de ampliar las instalaciones con la construcción de nuevos edificios. En 1885 el obispo de Salamanca inauguró  la nueva residencia con capacidad para 200 monjas, que acogía en su interior  la capilla del convento.  También se levantó la “Casa de los Padres”, cuyas funciones  eran de alojamiento para los religiosos oblatos capellanes, y lugar de retiro de los miembros ancianos de la orden de María Inmaculada. Ambos fueron fabricados con una fachada muy decorada al estilo de otras edificaciones europeas del siglo XIX de ladrillo visto.  De estos dos edificios solo se conserva el primero en la calle Mar del Kara, tiene cuatro alturas y está conectado por un corredor con el antiguo palacio;  el segundo fue demolido en la posguerra y había servido como sede del Comité Republicano de Hortaleza.



Casa de los Padres  Residencia de los Oblatos Capellanes.
1936-1939 Sede del Consejo Municipal Republicano de Hortaleza.

El convento funcionó 57 años ininterrumpidamente como noviciado y escuela de niñas, hasta el alzamiento militar contra la República el 18 de julio de1936. En esos días las religiosas fueron trasladadas, bajo la protección de las autoridades municipales, al palacio de la Moraleja, a la espera de que cesaran los tumultos provocados por grupos de milicianos provenientes de Madrid. Al final el convento fue ocupado, los objetos artísticos depositados en el Tesoro Nacional, y las ropas y utensilios repartidos, por orden de la madre superiora, entre los necesitados del pueblo. Las monjas se dispersaron vestidas de civiles, refugiándose durante la guerra en la casa que tiene la orden en Oharriz, Navarra.