7 sept 2017

UN PALACIO EN HORTALEZA II. La Gran Reforma


José de Silva Bazán. Marqués de Santa Cruz

Al morir el Duque de Alburquerque en 1757, la quinta que ocupaba lo que hoy conocemos como Parque Isabel Clara Eugenia, pasó a manos de la única hija que le sobrevivió: María de la Soledad. Ella se había casado hacía apenas dos años con José de Silva Bazán, marqués de Santa Cruz.
Don José era el prototipo de hombre culto e ilustrado de aquel tiempo, amante de las artes y la ciencia. Eran famosos en Madrid los experimentos que realizaba en su laboratorio de química y su gabinete de Física. Seguramente el más concurrido fue la ascensión, desde los jardines de su casa, de uno de los primeros globos aerostáticos que surcaron los cielos de la capital. Nombrado director de la Real Academia de la Lengua se afanó en la construcción de una nueva sede. Muy cercano a la familia real, ejerció de mayordomo mayor en palacio con Carlos III y Carlos IV, y también fue ayo del futuro rey Fernando VII, sin duda una ardua labor visto los resultados.
En Hortaleza, los marqueses iniciaron enseguida las obras para transformar la vieja casa de campo en un lujoso palacio al gusto de la época. El edificio se encontraba en la parte más alta de la huerta, ocupando una superficie aproximada de 1.700 m2,  tenía dos plantas con patios interiores y una torre en la fachada de poniente. De fábrica de ladrillo y mampostería, estaban labrados en granito los zócalos, las jambas y los arcos.



Además de renovar la vivienda, también se modificaron los paseos que recorrían la alameda y se trazó un nuevo jardín de parterres, con dos fuentes y un estanque dedicado al dios Baco. Todo el espacio estaba  adornado con numerosos bustos y esculturas sobre sus pedestales, destacando los conjuntos de las Cuatro Estaciones y Los Continentes, a las que acompañaban, entre otras figuras mitológicas, el dios del comercio: Mercurio, la diosa de la agricultura: Ceres;  y dos magníficos Hércules.
Estando las obras en marcha murió la esposa, permaneciendo viudo el marqués durante 20 largos años, hasta que, acuciado por la mala salud de su hijo primogénito, emprendió viaje por las cortes europeas en busca de nueva esposa.