30 abr 2009

MATALOBOS

Dios nos libre de tan amargo lance. Goya.
Metropolitan Museum of Art. Nueva York.

Aquí tenéis el caso de dos pobres diablos que abandonaron su honrado trabajo de albañiles para dedicarse al floreciente negocio de los salteadores de caminos. Puede que les obligara la necesidad, dada la penuria en que se encontraba la población a causa de la guerra, o les movió la búsqueda del “dinero fácil”, el caso es que sus nombres terminaron en letra impresa en el Diario de Madrid del 18 de Julio de 1810, como podéis leer a continuación:

Diario de Madrid
Miércoles 18 de julio de 1810


Francisco Mateo, natural de S. Sebastian de los Reyes, de 28 años, soltero, jornalero, y residente en esta corte. Tomas de la Cruz, conocido por Matalobos, de 27 años, casado, peón de albañil, vecino de esta villa; estos hombres abandonaron sus respectivos destinos a principios de mayo próximo pasado; y habiéndose dedicado a cometer insultos en los caminos públicos, han sido presos y acusados de los crímenes siguientes:
En la tarde del día 12 de dicho mes, caminando Eusebio Aguado desde esta corte para su pueblo de Hortaleza, poco antes de llegar a el le asaltaron, sorprendieron, y amenazaron con un arma de fuego y otra blanca; y habiéndole registrado, le robaron quanto dinero llevaba.
En el siguiente día 13 cometieron iguales insultos, con las propias armas y en el mismo camino, con Juan Torrejón y su sobrina Francisca Palomar, vecinos de dicho lugar de Hortaleza, a quienes después de haberles registrado y robado el dinero que llevaban, lo executaron también de diferentes ropas, con las quales han sido aprehendidos los agresores.
El 19 de dicho mes, dirigiéndose desde esta corte á la villa de Hortaleza Esteban Rodríguez y D. Juan Rubio, alcalde y escribano en este pueblo, fueron igualmente sorprendidos, y amenazados con las armas indicadas; por no llevar dinero alguno, les robaron una capa de paño fino y dos pañuelo, que vendieron posteriormente en esta corte; cuyos efectos pudieron ser recogidos, resultando su procedencia de los mismos agresores.
Todos estos hechos aparecen plenisimamente justificados por las declaraciones y reconocimientos de los robados, por la confesión del Tomas de la Cruz, (alias Matalobos), y por otros convencimientos que resultan de la causa que se les formó; acreditándose además en la misma la mala conducta é inaplicación de ambos cómplices, y el haber sido con anterioridad el expresado Matalobos procesado y castigado por ladrón en tres distintas ocasiones.
Por todos estos méritos la junta criminal extraordinaria de esta corte, con audiencia de los mismos reos, les ha condenado en la pena ordinaria de muerte, que han sufrido en el dia10 del corriente mes, llevando al suplicio pendiente del cuello un letrero que manifestaba al publico sus delitos.


Seguro que habréis apreciado la desproporción entre la condena y el delito, pero tenéis que tener en cuenta que estaba prohibida terminantemente la posesión de cualquier tipo de arma, pues se encontraba en vigor la orden de 29 de diciembre de 1808 que decía así:

“todo vecino de Madrid o español, que se encuentre en las calles con un puñal u otra arma cualquiera y todo habitante que hubiese atentado contra la vida de un individuo del exército francés o aliado, o de un español, será arrestado, entregado a una comisión militar y castigado con pena de muerte”

Además en el real decreto de 12 de Abril de 1810 el crimen de robo en camino se condenaba con la pena de muerte.

No se puede saber por qué. Desastres de la Guerra. Goya.


Los desgraciados murieron como veis en la ilustración, pues un real decreto del rey José I “democratizó” la forma de ser ejecutado, dando acceso a todo condenado a muerte a “recibir garrote”, un instrumento del que antes solo podían “disfrutar” las clases más acomodadas, y que según les parecía proporcionaba una muerte más dulce y civilizada.
Entre 1810 y 1812 podemos encontrar en el diario de Madrid más de 40 noticias de ejecuciones. Alguno murió por la tenencia de la típica navaja que servía para picar tabaco o para cortarse unas lonchas de queso. ¡Qué Barbaridad!

Por una navaja. Desastres de la Guerra. Goya


Y lo más sorprendente de todo este asunto es que los hechos tuvieron lugar en algún tramo de la actual Calle de López de Hoyos, el camino que desde siempre ha unido Madrid con Hortaleza.





Fuentes: http://goya.unizar.es/